martes, 10 de julio de 2012

El arte de la argumentación

Tempus fugit, decían los latinos... osea, el tiempo vuela, se esfuma como la espuma. Y me pongo así de existencialista porque casi sin notarlo ya estamos en el corazón del curso, el segundo parcial. En él debemos aumentar el ritmo de trabajo (ijijij, confío en que los alumnos no lean esto, pues ya me han confesado que andan exhaustos y casi no duermen de tanta tarea). Porque además del desarrollo de sus blog deben empezar a escribir un ensayo académico argumentativo, que no es poca cosa.

Así que argumentación, argumento, argumentar... será la tonada de nuestro mantra del segundo parcial. Pero, ¿qué es eso de argumentar?

Pensé en eso durante años y hoy les dí a los alumnos mi propia definíción. Argumentar es hacer "objetivo" lo "subjetivo". Osea, hacer que mi punto de vista personal pueda ser aceptado racionalmente por cualquier persona, incluso si  no está deacuerdo conmigo.

Por ejemplo, no estoy de acuerdo con Nicholas Carr cuando defiende que la internet nos está volviendo más estúpidos (bueno, él dice "superficiales"). Pero la forma que tiene de redactarlo y la investigación con la que respalda sus juicios me obligan a aceptar racionalmente que es posible que tenga razón. No estoy de acuerdo, pero racionalmente es aceptable.

Contraportada de Superficiales ( Nicholas Carr, 2011)

Porque hay textos de opinión, donde simplemente cada quien expresa su forma de ver las cosas. Y textos científicos, que explican un conocimiento. El arte de la argumentación, en cambio, reside en una mezcla de ambos. Hay una "opinión", en el sentido de que hay "algo" de lo que se quiere convencer al lector (en la jerga lo llamamos "tesis"). Pero no se le convence con una pistola, ni tampoco se le obliga a un acto de fe. Hay que "probar" de algún modo que ese "algo" es verdad. Hay que hacerlo, por tanto, "objetivo".

La argumentación, por ello, nace de las montañas de la subjetividad, pero fluye hacia el mar de lo objetivo. Es solitaria en su origen pero tiene vocación de masas.

Ojo, porque opinión tenemos todos. Pero capacidad para argumentarla.... y argumentarla bien sólo tiene mi esposa (que siempre me gana en todas las discusiones, chin!!) y los buenos pensadores. Sí, porque el arte de la argumentación está muy relacionado con el arte del pensamiento.

Y el mejor ejemplo son las numerosas falacias en las que incurrimos cada día cuando pensamos o hablamos con los demás. Sirva, como ejemplo, esta pequeña lluvia:
- Generalización apresurada
- Causa falsa
- Falacia de autoridad
- Pendiente resbaladiza
- Non sequitur
- Polarización

Mañana dedicaremos la sesión de clase a trabajar nuestro pensamiento, a afilar nuestros colmillos argumentativos. ¿Seremos capaces de, en tan pocos días, dar un salto de calidad en la argumentación de los ensayos? Empieza, pues, el reto más sofisticado del curso.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Apenas leí su blog...y coincidió que también hablé algo de las falacias en el mío...sólo que de un punto de vista más "matemático". ¿Sabía que 1=2?

Sergio dijo...

Eso lo tienes que demostrar, Rober. Aprovecho el pase de gol para matizar algo. Una cosa es "demostrar" y otra "argumentar". Se demuestra algo que es comprobable, ya sea por métodos matemáticos o empíricos. Pero se argumenta algo que es discutible, que entra dentro del campo de lo opinable.
Lo de 1= 2...¿no o habrás propuesto para que lo aplique a los números calificatorios, verdad? ;-)