martes, 17 de julio de 2012

Matrimonio y docencia: mi aniversario

El pasado sábado fue 14 de julio, un día memorable. Un 14 de julio de 1789, la "plebe" francesa toma por asalto la Bastilla y ritualiza el nacimiento de una nueva forma y más justa de gobierno: la democracia. También en un 14 de julio, pero de 1995, un grupo de investigadores bautizan como "mp3" el nuevo dispositivo digital de audio comprimido que multiplicará la presencia de la música en la vida del hombre. Otro suceso, sin embargo, me parece más memorable. Hace seis años, justo un 14 de julio, mi esposa y yo nos casamos.

Eso sí es un hito histórico. Lo es porque yo defendía hasta entonces, a capa y espada, la necedad del acto matrimonial. El amor, pensaba, no necesita de contratos legales ni de más testigos ni juramentos que su propia complicidad secreta. Pensaba que era un ritual vacío y eclesiástico, un evento para darle gusto a la familia, a la sociedad, pero no a los amantes que, como pinta Chagall, se distinguen del resto por no tocar el suelo con los pies.

Los enamorados de las margaritas (Chagall)

Seis años han llovido desde entonces. Les cuento un secreto. El matrimonio no era como lo imaginaba. No fue una cárcel, un contrato, una condena.... fue un tejido, una multiplicación, un palacio. Fue todas esas cosas que yo no creía necesitar porque no sabía, en el fondo, lo mucho que las necesitaba. Qué bueno que nunca me hago caso, que siempre me entrego a la vida, como un bebé tranquilo.... Parece que fue ayer cuando la levanté en mis brazos como quien extiende sus ramas hacia el cielo.

El matrimonio no fue una institución sino un constante aprendizaje del más antiguo de todos los problemas e ilusiones del hombre: el amor. Así lo dice San Juan, el místico español del siglo XVI, cuando explica lo que sintió después de la fusión con la divinidad:
Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio
no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio
Que ya sólo en amar es mi ejercicio.... eso es justo lo que aprendí de estos seis años de matrimonio. El matrimonio, dice mi suegro (y lo dice, el buen hombre, con cara de suplicio) está lleno de días, de horas, minutos y segundos... y ese tiempo acumulado se vuelve poco a poco no ya una compañía sino un oficio mismo. Eso es lo que aprendí del amor. A levantarme, cada mañana, con la vocación de mejorarme como esposo, de esforzarme por su felicidad mezclada con la mía. No siempre me sale bien. De hecho, yo diría que casi nunca me sale bien. Pero lo importante, para mí, no es tanto recibir sino entregarse.

Y eso me lleva al mismo río de este blog. Un blog que simboliza mi pasión por la educación. Por mejorarme como profe. Por aprender a ser feliz con los alumnos. Por enseñarles a aprender, que el oficio intelectual más íntimo que conozco.

El amor como la docencia es una conexión, un vínculo. Así lo siento yo. Sí, claro, me pagan por ello y de ello pago los recibos del agua y de la luz. Pero el agua y la luz de la docencia no está en el salario, ni el programa del curso, ni en las calificaciones. Igual que el matrimonio, la educación tiene sus formas y sus símbolos... es, también, una iglesia, con sus curas (los profes) y sus sacramentos calificatorios. Pero lo que yo amo de la docencia es ese ejercicio por mejorarme, esa conexión con los otros, esa complicidad de las mentes y las miradas. Se vuelve, como decía San Juan, un ejercicio, una superación colectiva constante. Una constante entrega a los demás. Un sacerdocio.

Sobre el amor han escrito muchos corazones.... me quedo con las palabras del Arcipreste de Hita, un cura bien cachondo que escribió sobre el amor mundano, allá en el siglo XIV, en uno de los textos más memorables de toda la literatura en lengua española que se refiere al amor matrimonial pero que bien podría explicar, también, mi oficio como profesor:

Sírvela, no te canses, sirviendo el amor crece;
homenaje bien hecho no muere ni perece,
si tarda, no se pierde; el amor no fallece

pues siempre el buen trabajo todas las cosas vence


Los novios (Chagall)

8 comentarios:

Lady Gonzalez dijo...

Se me hace super cursi profe.! jaja pero bonito y mas esa pasión con la que describe su entrega.! curioso, curso, pero admirable.!

saludos.!

Marella Pablo dijo...

wuau¡¡¡ Me encantó, como cuando amas con amor amas todo a tu alrededor ¡¡¡.. upps que cursi

Charly Ahoy´s dijo...

wooooow!!!! eso es a lo que yo llamo entregar el alma, esas palabras y la forma de decirlo es como...... si caminara en el valle perfecto, alcanzar la luna y de verdad haber cortado una flor para darla de corazón no solo dar por dar :´) ahh!! profe me acaba de conmover.

Unknown dijo...

profesor! que bonito que pueda describir de esta manera el amor que le da a su compañera de vida osea a su esposa ! y en un blog! :)

Que bonito!! :)

1000 años de felicidad para su matrimonio :)

Aline Romero dijo...

yo creo que es romántico y no cursi, pero me gustó la relación que hizo con la docencia, porque efectivamente está casado también con su porfesión

Unknown dijo...

Profe de verdad me da gusto saber que quedan hombres que saben el verdadero significado del amor y es muy lindo y valioso de verdad para una mujer no ser una obligación más de trabajo sino una vocación... me alegra que viva para hacer feliz a su esposa, a su compañera de vida

"Amor es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad."

Les deseo mucho amor y felicidad

danny dijo...

La verdad se ve que estuvo super inspirado, ya que la palabra enamorado de queda chiquita, pero felicidades muy pocos le dedican el tiempo a ese tipo de detalles y yo me quedo con Arcipreste de Hita.

Unknown dijo...

Me encanta como escribe profe!! Que fascinante fue haber sido parte del curso y haber aprendido tantas cosas interesantes de un profe como usted que se esmera por ser mejor. Simplemente maravilloso.